Nuestra primera parada en Bulgaria fue a su capital, Sofia, la cual nos sirvió de puerta de acceso al país. Aunque la razón por la que decidimos llegar hasta esta nación del este de Europa fue principalmente por el Monasterio de Rila.
Este edificio religioso se sitúa en una zona entre montañas y bosques frondosos a unos 120 kilómetros al sur de Sofia, en plenos Balcanes. Un paraje natural que hace del monasterio un lugar de retiro espiritual. Algo tan sumamente bello que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983.
¿Cómo llegar al Monasterio de Rila desde Sofia?
Existen diferentes maneras para hacer este trayecto. Si vuestra visita a Bulgaria va a ser de pocos días y únicamente lleváis idea de conocer Sofia y Rila, lo mejor es contratar una excursión organizada con una agencia turística. Si por el contrario, lleváis idea de pasar varios días recorriendo todo el país, lo ideal sería alquilar un coche y, así viajar libremente por toda Bulgaria.
- Transporte público: es seguramente la opción más económica, 22 levs (ida y vuelta). Pero la pega es que el horario es bastante limitado. Solamente parte un autobús desde la estación Ovcha Kupel (Sofia) a las 10:20 am. Llega aproximadamente a la 1 pm al monasterio y, a las 3 pm parte de nuevo hacia la capital.
El tiempo en el monasterio (2 horas) es justo pero suficiente para ver lo esencial del lugar.
- Excursión organizada: creemos es la mejor opción si tu idea es ir y volver en el mismo día. Existen decenas de empresas que organizan tours de un día desde Sofia, las encontraréis tanto en internet como por las propias calles de la ciudad.
La ventaja de este tipo de excursiones es que parten más temprano desde la capital y durante el trayecto el autobús no va haciendo paradas, por lo que es más rápido y puedes disfrutar durante más tiempo la visita al monasterio.
Nosotros contactamos con la empresa Rila Shuttle, aunque hay infinidad de empresas más con las que puedes comparar precios. Ésta ofrecía viajes combinados con otros lugares de Bulgaria: Monasterio de Rila + Plovdiv (segunda ciudad de Bulgaria), Monasterio y Lagos de Rila, Monasterio de Rila e Iglesia Boyana, etc.
Escogimos este último pack por el tiempo que disponíamos y ser el más demandado, ya que la Iglesia Boyana es otro lugar del país declarado Patrimonio de la Humanidad y, pilla de paso entre el monasterio y Sofia.
En su página web podréis encontrar distintos precios de los packs combinados o de las excursiones individuales.
- En coche: es la opción por la que optan muchos viajeros que hacen una road trip por el país o incluso por varios países de la zona. La ventaja de esta alternativa es la libertad e independencia de no tener que estar atento a horarios o de si pierdes conexiones de buses, etcétera. Las carreteras en Bulgaria son decentes y bastante nuevas. Con la entrada del país a la UE se comenzó a construir una red de autopistas que comunican Sofia con otras ciudades. Sí que es cierto que el último tramo entre la autopista y el monasterio es una camino a través de bosques y montañas, pero que no resulta complicado. Otra ventaja de poder ir a tu aire, es que puedes elegir el quedarte a pasar la noche en el lugar. Nosotros no alquilamos coche, pero sí decidimos alojarnos en los aposentos del monasterio. ¿Quieres saber más sobre eso? Pues a continuación te lo contamos todo jajaja.
Carretera hacia el monasterio
Alojarse en el Monasterio de Rila
Pues sí, como lo oyes, es posible. Yo cuando me enteré de que podía hospedarme en este complejo Patrimonio de la Humanidad dije que sí de inmediato. ¿Cuándo tendré otra oportunidad de alojarme en un sitio así?
Sin duda es una experiencia que recomiendo encarecidamente. Poder vivir en primera persona esa desconexión del mundo exterior, la búsqueda de la intimidad y la reflexión de uno mismo. Porque la verdad es que la cobertura escaseaba y el internet iba a ratos. Por ello es perfecto para aislarse de la realidad, aunque sea por un día, y disfrutar de la naturaleza, el aire fresco y la paz que transmite el lugar.
No encontrarás ofertas de las habitaciones en páginas como Booking.com, si realmente deseas quedarte a pasar la noche en el monasterio, la única forma de hacerlo es llamando al mismo. Tienen un número de teléfono para reservas de habitaciones al que puedes llamar de lunes a viernes entre las 3 pm y las 7 pm. Los monjes no tienen un inglés fluido y les cuesta decir cuatro palabras seguidas, pero más o menos te haces de entender.
El precio creemos que depende de la época del año en la que vas, del tipo de habitación (hay habitaciones dobles, triples y más grandes) y de si cuenta con calefacción o no.
A nosotros nos costó una habitación triple 30 lev la noche (unos 15€), aunque hay alguna opción más económica, habitaciones sin calefacción por 10 lev (5 euros).
Aquí os dejo el link del contacto, donde aparece el teléfono para reservar dormitorio.
El claustro está dividido en tres niveles. La planta baja, de plaza, es pública y de libre acceso a todos los turistas que llegan al monasterio. Las habitaciones ocupan los otros dos niveles, que son de acceso exclusivo para los residentes y huéspedes.
Los dormitorios reservados para los huéspedes se encuentran en el lado noreste, cuyas habitaciones vuelcan al río. El resto de estancias que envuelven el claustro pertenecen a los monjes residentes y, cuyos corredores son de uso restringido.
No encontrarás ofertas de las habitaciones en páginas como Booking.com, si realmente deseas quedarte a pasar la noche en el monasterio, la única forma de hacerlo es llamando al mismo. Tienen un número de teléfono para reservas de habitaciones al que puedes llamar de lunes a viernes entre las 3 pm y las 7 pm. Los monjes no tienen un inglés fluido y les cuesta decir cuatro palabras seguidas, pero más o menos te haces de entender.
El precio creemos que depende de la época del año en la que vas, del tipo de habitación (hay habitaciones dobles, triples y más grandes) y de si cuenta con calefacción o no.
A nosotros nos costó una habitación triple 30 lev la noche (unos 15€), aunque hay alguna opción más económica, habitaciones sin calefacción por 10 lev (5 euros).
Aquí os dejo el link del contacto, donde aparece el teléfono para reservar dormitorio.
Los dormitorios reservados para los huéspedes se encuentran en el lado noreste, cuyas habitaciones vuelcan al río. El resto de estancias que envuelven el claustro pertenecen a los monjes residentes y, cuyos corredores son de uso restringido.
Qué hacer en el Monasterio de Rila
- Qué ver dentro del monasterio: La principal atracción es la Iglesia de la Natividad, situada en medio del claustro, es la joya del lugar.
Una verdadera obra de arte y arquitectura. Bajo sus arcos destacan frescos de infinitos colores que decoran el soportal, muy característicos de las iglesias ortodoxas y, que nos recordaron a nuestro viaje por San Petersburgo.
Junto a la iglesia está la Torre Hreliova, que data del año 1335, una de las pocas partes del monasterio que quedó en pie tras el incendio de 1833. La gran mayoría del monasterio fue reconstruida entre 1834 y 1862.
La subida a la torre es posible en los meses de verano, nosotros al no ir en esta época nos conformamos con visitar la tienda de recuerdos que tiene a sus pies.
Tras la torre y la iglesia queda el Museo Eclesiático e Histórico del monasterio, un pequeño museo que recoge cientos de años de historia sobre el monasterio, con antigüedades como tapices otomanos, documentos religiosos o elaboradas tallas de madera. La entrada tiene un coste de 8 lev (unos 4€) y 1 lev para estudiantes y niños.
Se trata del único lugar de pago dentro del monasterio. La visita al interior de la iglesia es gratuita y la subida a la torre lo desconocemos pues no estaba abierta cuando fuimos.
- Qué ver fuera del monasterio: A la izquierda de la torre (como puede verse en la imagen superior) hay una salida del monasterio que da al río Manastirska. En este punto se ubican dos restaurantes, un par de puestos de recuerdos y una pastelería y, siguiendo el camino hay varios hoteles.
Si tenéis algo de hambre y queréis matar el gusanillo os aconsejo comprar Mekitsi en la pastelería, se trata de una torta de yogur típica del país que se asemeja a pan frito o masa de buñuelos. Está muy bueno y es bastante barato, 0,5 lev cada uno (25 céntimos de euro)
En la parte de atrás de la pastelería hay un restaurante, cuyo nombre creo que era Tsarev Vrah (estaba en cirílico y no sabría ni pronunciarlo jajaja) el cual no recomendamos para nada. Nosotros no tuvimos más remedio pues al ser temporada baja era el único que encontramos abierto.
Resultó que como en un montón de sitios turísticos, intentan aprovecharse del turista a más no poder. Pagando precios elevados (para el país) por comida que dejaba bastante que desear. Por no hablar del servicio de camareros, que eran bordes, lentos y maleducados, aparte de que ninguno hablaba inglés.
Por suerte el menú que te dan viene con la traducción en inglés del plato, por lo que saber, sabes lo que pides. Pero por ejemplo nosotros tuvimos un problema, cosa que he leído que es frecuente en este restaurante, y es que te cobren de más.
Primero de todo, no admiten tarjetas a la hora de pagar, así que asegúrate de traer efectivo. Si bien es cierto que admiten pagar con moneda local y también con euros, eso sí, ten cuidado con el cambio que te hacen. Porque hacen el cambio que a ellos les interesa en ese momento.
Yo pude pagar en euros, cosa que me parece estupendo, pero luego me devolvieron como 10€ de menos así por la cara. Y claro, ahí ya me enfadé. Pero sin servir de mucho porque nadie del servicio se enteraba de lo que les estaba diciendo. Preguntándoles con gestos y señales por qué me habían cobrado así. Por suerte un turista búlgaro que estaba en el restaurante se acercó y tradujo lo que les estaba intentando decir. Y claramente me dieron la razón y me devolvieron el dinero.
Al final salí del restaurante con un mal sabor de boca, y no por la comida, que era decente, sino por la mala atención del lugar. En un sitio además que no se lo merece y que recibe tanto turismo.
Algo que recomendamos que probéis del país es la Parlenka, se trata de un pan búlgaro con queso fundido y ajo. Está muy bueno y mucha gente se lo pide a la hora de acompañar una carne. Nosotros lo degustamos en el restaurante mencionado, pero seguro que en la pastelería misma había, o sino en otro restaurante.
Cueva y Ermita de Ivan Rilski:
El interior del monasterio se visita bastante rápido, por lo que si decides quedarte a pasar la noche quizás tengas horas de no saber qué hacer.
Resulta que no muy lejos hay una ermita en honor al fundador del monasterio. Así que decidimos ir a visitarla.
Para poneros en contexto, hablaré un poco sobre la historia del monasterio:
Ivan Rilski, también conocido como San Juan de Rila, era un monje del siglo IX que vivía cerca de aquella zona. Tras estudiar para sacerdote, se aíslo de la gente y se hizo ermitaño. Decidió instalarse en una cueva para esconderse de la salvaje fauna que habitaba en aquellas escarpadas montañas de casi 3.000 metros de altitud. Un lugar de densos bosques, bello, pero peligroso.
Corrió el rumor de que era un hombre santo, que vivía de la naturaleza, alejado de toda población, por lo que al tiempo le comenzaron a llegar discípulos que querían ser instruidos.
Tras su muerte, fueron sus seguidores los que fundaron el monasterio en su nombre, y donde se guardaron sus restos momificados. Con los años el monasterio fue creciendo y se hizo más grande. Además en la cueva donde vivió Ivan Rilski se hizo una pequeña ermita en su honor . Hoy en día se ha convertido en un lugar sagrado y espiritual hasta donde llegan muchos peregrinos que pasan por Bulgaria.
Se encuentra a apenas 4 kilómetros siguiendo la carretera que va hacia el este (que queda detrás del monasterio). Un trayecto de unos 40 minutos a pie que no tiene pérdida si no te desvías del camino. Yo me desvié siguiendo una señal en cirílico , creyendo que ese era el camino, cosa que no fue así. Ingenuo yo por seguir una señal que ni entendía. Menos mal que en mitad del bosque solamente se me cruzó un ciervo y no cualquier otro animal.
La cuestión es no salirse de la carretera hasta ver una zona de explanada, donde habrá coches aparcados e imágenes del sendero que indican los escalones hacia la cueva y ermita.
Tras la subida se llega a la pequeña ermita de piedra. Cerrada, aunque desconocemos si puede realmente visitarse. Al lado un monumento conmemorativo del fundador con varias ofrendas que los locales habían hecho. De igual manera, el acceso a la cueva estaba repleto de cartas y obsequios que la gente había dejado con el tiempo.
Ermita
Acceso a la cueva
Fuente frente a la ermita
Habiendo descansado junto a la fuente, decidimos emprender el camino de vuelta al monasterio. No queríamos que se nos hiciera de noche en medio de las montañas. La vuelta se hizo más amena, pues ya conocíamos el camino y pudimos contemplar mejor todo el paisaje, el cual parecía sacado de una postal.
El monasterio cierra sus puertas a las 9 pm. Nosotros llegamos sobre las 7 pm, así que nos fuimos a la habitación para hacer tiempo hasta la hora de cenar. No queríamos ir a cenar demasiado tarde porque los horarios de comer fuera de España suelen ser más tempranos. Por lo que a las 8 pm bajaríamos al mismo restaurante del mediodía, donde había visto un cartel que decía que estaría abierto hasta las 11 de la noche.
Para mi desgracia, entrando al restaurante antes de las 8, me dijeron que la cocina estaba cerrada y que no me darían de cenar. No sé si es porque los trabajadores de allí eran maleducados o por qué sería, ya que todavía había gente cenando allí. Pero tuve que regresar al interior del monasterio con el estómago vacío. Por suerte tenía algún snack en la mochila y con eso me alimenté hasta el día siguiente.
Aunque sin importarme demasiado la situación con la comida, me fascinó poder recorrer el claustro del monasterio sin apenas gente, nada más que los monjes residentes, hasta que finalmente no quedó nadie. Un momento en el que no se escuchaba un alma. Un silencio interrumpido ligeramente por el caer del agua del río Manastirska.
Pude sentarme en un escalón para contemplar la belleza de la iglesia, iluminada cuanto apenas. La escena transmitía un aislamiento total del mundo exterior, una sensación personal de ascetismo y misticismo. De que no existía relevancia fuera de esos gruesos muros y, que no había nada más importante allí dentro que uno mismo.
Una vez apareció el sueño, decidimos que era hora de irse a dormir.
A la mañana siguiente me permitieron dejar el equipaje en la habitación hasta que llegaran a por nosotros. Fue muy interesante ver como los nuevos turistas iban llegando y colonizando el monasterio.
Hacia el mediodía vino Bobby, el conductor de nuestra excursión organizada (nosotros pedimos con antelación llegar un día y volver al día siguiente) y, nos dimos cuenta que hoy el chófer no había traído turistas. Así que estuvimos todo el trayecto de vuelta solos, por lo que pudimos hablar de un montón de temas y curiosidades sobre Bulgaria. Cosa que se agradece, porque así aprendes mucha información de los propios locales y, te ayuda a verlo todo desde otro punto de vista que no es el del mismo turista.
En el trayecto de vuelta visitamos la Iglesia Boyana, en las afueras de Sofia, otro edificio, que al igual que el monasterio, fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Se trata de una iglesia ortodoxa medieval construida entre los siglos X y XIII. Es verdaderamente famosa por su interior, al cual se puede entrar en grupos muy reducidos y donde no están permitidas las fotografías. Por dentro cuenta con decenas de escenas religiosas en frescos pintados sobre las paredes. Una verdadera joya de la pintura europea occidental.
El precio de la entrada es de 12 lev. Lo que permite estar dentro de la iglesia un máximo tiempo de 15 minutos.
Tras haber visto los frescos, que resulta lo más llamativo de la iglesia, pusimos rumbo de nuevo hacia la capital.
En lugar de dejarnos frente a la catedral, Bobby, que fue muy amable, quiso acompañarnos hasta nuestro hotel.
¡Qué bien! Eso que nos ahorramos de líos de metros y demás jajaja
Por la noche decidimos volver a los alrededores de la calle Vitosha para cenar. Lo hicimos en el restaurante Divaka, que nos habían recomendado. Justo al lado del restaurante donde habíamos cenado hace días, The Hadjidragana Tavern.
Llenado el estómago, nos fuimos paseando hasta el hotel. Era hora de descansar, al día siguiente comenzaba una nueva aventura en un destino desconocido para nosotros, Atenas.