Eslovenia

Liubliana y Bled en 1 día

Puede que no hayas oído hablar mucho sobre Eslovenia, pues es un país bastante joven. Se trata de una pequeña nación situada al norte del Mar Adriático, que se independizó en 1991 de Yugoslavia. 
Cabe decir que de momento volar hasta allí no resulta muy económico, las aerolíneas de bajo coste lo tienen algo olvidado y desde España no hay muy buenas conexiones hasta su capital, Liubliana. No obstante, existe la posibilidad de aterrizar en uno de sus países fronterizos y llegar a Eslovenia por carretera. El país hace frontera con Italia, Austria, Hungría y Croacia. Ciudades como Trieste en Italia, y Zagreg y Rijeka en Croacia, son buenos puntos de acceso a Eslovenia. La ciudad italiana queda a unos 15 km de la frontera y las croatas a unos 35 km. Todas ellas con aeropuertos internacionales y, desde los que puedes alquilar un coche para recorrer toda la zona.
Sin duda un road trip o viaje de carretera sería una muy buena opción para conocer el país, pudiendo incluso acercarte a la costa croata o a su capital Zagreb.

Liubliana, Eslovenia

Nosotros por desgracia, aunque nos hubiera gustado disfrutar más tiempo de Eslovenia, solamente disponíamos de un día. Algo que se queda corto con todo lo que ofrece el país. Un paraíso para los amantes del turismo de aventura, con posibilidad de practicar rafting, vuelo en parapente, barranquismo, piragüismo, escalada, tirolina, exploración de cuevas, etcétera. Un sinfín de actividades al aire libre que nos quedamos sin hacer por falta de tiempo. Aunque esto hace que tengamos más ganas de volver en un futuro jajaja.
La visita express al país nos obligaba a tener que elegir muy bien qué cosas debían caerse de la lista. Por lo que nos quedamos con Liubliana, su capital, a la cual llegaba y desde donde partía nuestro autobús y, Bled, una población en los Alpes Julianos famosa por el lago del mismo nombre. 




Nuestra llegada a la estación principal de Liubliana fue un poco antes de las 6:00 de la mañana. Cuando la ciudad aún no había despertado y los comercios permanecían cerrados. Además a la llegada vino a recibirnos la lluvia, lo que nos obligó a refugiarnos un rato en la estación de trenes. Hasta que fueran al menos las seis en punto y abriera alguna cafetería.


Esperamos hasta que por fin nos abrió el Mcdonalds, donde entramos como locos para ir al baño (los baños de la estación estaban cerrados, no sabemos porqué). Eso sí, no quisimos desayunar aquí, ya que habíamos venido a conocer el país y también su gastronomía, por lo que no nos iríamos conformes con un Happy Meal. 
En la parte este de la estación hay un par de cafeterías que, por suerte, abrieron también a la misma hora, por lo que fuimos a ver si nos daban de desayunar. Una de ellas tenía bastante gente haciendo cola frente al mostrador, señal de que sería un buen sitio viendo lo temprano que era. Más bien se trataba de una pastelería con mesas. No conseguimos recordar su nombre pero hacía esquina junto al Station Bar. 
Para desayunar nos pedimos Pinjenec, parecido al Kefir, una especie de yogurt líquido y, Burek, originario de Turquía pero muy extendido por los países del este de Europa. Se trata de una masa de hojaldre con diferentes rellenos (carne, queso, pizza, crema, manzana y canela, etc). Escogimos uno de queso y estaba delicioso. 
A la hora de pagar no hay preocupaciones. A diferencia de sus países vecinos, Eslovenia ya ha incorporado el euro como moneda. Así que sin problemas de cambios ni comisiones. 


Una vez lleno el estómago, habiendo amainado la lluvia, nos encaminamos hacia el centro histórico para aprovechar al máximo el día.
Liubliana es una ciudad muy pequeña que cuenta con apenas 290.000 habitantes, por lo que resulta fácil recorrerla a pie y en poco tiempo. Lo que más llama la atención de la ciudad es su casco antiguo, que parece un escenario de cuento, con un laberinto de calles adoquinas dominado por un castillo medieval sobre la colina más alta de la ciudad. Una urbe que nada tiene que envidiar a sus rivales checas o austriacas, pues tiene las mismas características de ciudad centroeuropea con algo de mezcla italiana. 
Liubliana fue además nombrada recientemente Capital Verde Europea, ya que tres cuartas partes del territorio de la capital están conformadas por espacios naturales y, si a eso le sumamos un tren urbano eléctrico y gratuito, pues tenemos una ciudad sostenible y con conciencia ambiental. 

¿Qué ver en Liubliana?

Su hermoso casco antiguo no deja indiferente a nadie. Estrechas callejuelas, plazas animadas, restaurantes que bordean el río, iglesias allá donde mires...Resuta extraño que la iglesia que más destaque no sea la catedral, sino la Iglesia de la Anunciación, de orden franciscana y que llama la atención por su fachada de color rosa. Es seguramente uno de los símbolos de Liubliana y lo primero que te aparezca en internet sobre la capital.



La plaza Preseren, donde se ubica la iglesia, es de las más animadas de la ciudad. Desde ella se cruza hacia el centro por uno de los puentes más famosos de Liubliana, el Puente Triple, uno de los atractivos de la ciudad.



Otro de los platos fuertes de la urbe es el propio río Ljubljanica, que da nombre a la ciudad. El curso del río resulta muy placentero para pasear y contemplar la bella arquitectura de los edificios que se asoman al Lubljanica. Si eres de menos andar, también está la opción de dar un paseo en barco, lo que te dará una perspectiva diferente. 
Hacia la tarde la orilla del río es mucho más interesante, los restaurantes y cafeterías sacan sus mesas y sillas para apropiarse de la calle hasta altas horas de la noche. Las terrazas de los locales se llenan de gente de todas las edades que disfruta de un ambiente agradable.



Siguiendo el borde del río llegamos hasta la Plaza del Congreso, donde se encuentra la universidad y la filarmónica de Liubliana

Plaza del Congreso

Filarmónica de Liubliana

Volvemos de nuevo a orillas del río en busca de un puente que nos permita cruzar el otro lado, lo hacemos a través del Puente de los Zapateros. Recibe este nombre ya que durante la Segunda Guerra Mundial, la zona tenía muchos residentes de esta profesión.




Nuestra meta en ese momento era encontrar la subida al castillo, que puede hacerse tranquilamente a pie en unos 15 minutos o subir en funicular por 1,5€. 
Recorremos Mestni Tg, paralela al río, es la principal calle del centro histórico, donde se encuentran  el ayuntamiento, las tiendas y los principales museos. Siguiendo la misma se llega a la Catedral de San Nicolás. Muy cerca del camino que asciende hasta el castillo.

 Mestni Tg con la Catedral de San Nicolás al fondo

 Interior de la Catedral

 Callejuelas del casco antiguo

Patio del Ayuntamiento


Tras la Catedral queda el mercado central de Liubliana, que es al aire libre, desde aquí parte el sendero colina arriba hacia el castillo. Una subida que se hace amena entre tanta vegetación y con unas vistas increíbles de la ciudad.





El patio del castillo es de libre acceso, el cual permite subir a la muralla desde la que se observa una panorámica de la ciudad de 360º. Para visitar el museo se deben adquirir unos tickets: Adultos 8€, Menores de 7 años, Estudiantes y Jubilados 5€


Vista la ciudad desde lo alto del castillo, descendemos la colina para volver al mercado central. Con las horas, la plaza ha ganado ajetreo, reuniéndose turistas y locales entre puestos de comida y ropa.


Al norte del mercado queda otro de los famosos puentes de la ciudad, el Puente de los Dragones. Y es que el dragón es otro de los símbolos de Liubliana. Ello viene de una leyenda donde un gran tesoro era custodiado por un dragón que habitaba en una cueva próxima a la ciudad.

 Estatua en el Puente de los Dragones



Todavía quedan muchas cosas que ver en el centro de la ciudad, pero decidimos reservarlas para la tarde. Tomamos la decisión de hacer una pequeña locura y nos fuimos a la estación en busca de algún autobús que nos llevará hasta Bled. Fue pensado y hecho, algo espontáneo que surgió al darnos cuenta que lo principal de la capital había sido rápido de ver.

Cómo ir a Bled desde Liubliana

En el puesto de venta de billetes de autobús de la estación compramos un boleto de ida y vuelta por 12-13€, solamente ida cuesta sobre 8€. Cada hora parten buses desde la estación y el trayecto hasta Bled es de aproximadamente 1h 20 minutos. Un tiempo que nos sirvió para descansar y contemplar el verde paisaje del país.

Llegamos a la estación de autobuses de Bled a su hora. Preguntamos al conductor a qué hora pasarían los buses de vuelta, de todas formas aparece indicado en la misma estación. Cabe decir que con estación no os imaginéis gran cosa, resulta ser una mera parada de autobús donde no puedes comprar ni un billete, estos se adquieren directamente del conductor jajaja.

El lago queda bastante cerca de la estación, aunque nosotros quisimos ir primero en dirección hacia el castillo para tener una perspectiva desde lo más alto, el resto del día ya lo dedicaríamos a recorrer el lago.



La subida al castillo se puede hacer en coche o a pie. Nosotros optamos por la segunda opción y nos llevó unos 15-20 minutos. La entrada al castillo es de pago: Adultos 9,5€, Estudiantes 6,5€, Menores de 14 años 4,5€.
Si no te apetece visitar el interior del castillo y, solamente quieres tener una increíble visión sobre el lago, atraviesa el sendero que queda a la derecha de la entrada (desde el parking) para llegar hasta un mirador. Podéis encontrarlo en Maps con el nombre Lake Bled Lookout Point.


Nos disponemos a descender la montaña para dar la vuelta al lago. En el camino nos sorprendió la lluvia y tuvimos que refugiarnos un momento en la iglesia St Martin's Parish.


Nuestros estómagos no aguantaban más y comenzaron a rugir. Era hora de comer, por lo que fuimos a buscar algún restaurante con vistas al lago. La zona en torno a la oficina de turismo tiene bastantes restaurantes y tiendas de souvenirs. Es un buen lugar para pararse a comer.


No recuerdo el restaurante exacto donde estuvimos, ni lo que comimos. Eso sí, de postre nos pedimos algo muy típico de Eslovenia, Kremna Rezina, una tarta de hojaldre con vainilla, crema pastelera y azúcar glaseado que está para chuparse los dedos. Sin duda alguna es un dulce que debeís probar en vuestro viaje por el país.


Habiendo repuesto fuerzas nos dirigimos hacia la orilla del lago para recorrerlo. Resulta sencillo darle la vuelta pues los senderos son llanos y no tienen pérdida. Nosotros por falta de tiempo solamente anduvimos la parte sur del lago, pero no descartamos que si volvemos recorrarmos más trozo. Es un paseo de lo más placentero, escondido entre la vegetación y acompañado por la calma del lago.




Como podéis observar en las imágenes, el lago parece sacado de un cuento de Disney. Y eso que todavía no hemos alcanzado la sorpresa. En medio del lago encontramos un pequeño islote presidido por la iglesia de la Anunciación, cuya escalinata de acceso besa las aguas del lago y muere en la entrada al templo. En la isla se puede visitar la iglesia (muy demandada para celebrar bodas), su campanario, una tienda de souvenirs y una cafetería.


Si quieres cruzar hasta la isla, la mejor manera de hacerlo es montándote en una Pletna. Se trata de una barca tradicional que data de 1590 con capacidad de hasta 20 personas. Hay varios puntos a lo largo del lago que hacen trayectos a la isla y el precio es el mismo independientemente de donde lo toméis. Precio Adultos 12€, Niños 6€ (puede variar dependiendo de la época del año)
Otra alternativa sería alquilar un bote e ir uno mismo remando. Esta opción resulta un poco más barata pero también más cansada jajaja. Eso sí, te da la libertad de poder estar en la isla todo el tiempo que quieras y, no solamente los 30 minutos que te permiten estar las Pletnas.


Nosotros decidimos no llegar hasta la isla porque perderíamos mucho tiempo y pronto saldría nuestro autobús de vuelta a Liubliana. No obstante, es una muy buena idea si vais a quedaros algo más de tiempo en Bled. Lo recomendable sería incluso hacer noche. Ya que en los alrededores hay muchas actividades de aventura, de las que ya os hablé al principio del post, que podéis practicar.



Si tienes la suerte de venir en verano y con solazo, existe la posibilidad de bañarse en el lago. Hay algunas zonas habilitadas como playa para que podáis adentraros y nadar en las bellas aguas de color turquesa. ¡Qué maravilla! Me da muchas ganas de volver cuando haga calorcito jajaja


Se nos estaba haciendo tarde, así que muy a nuestro pesar nos tocó regresar a la parada de autobús. Debíamos volver a la capital.
Hacia las 6:30 - 7 de la tarde estábamos de nuevo recorriendo las calles de Liubliana. Nos quedaban un par de horas hasta que saliese nuestro autobús. Por lo que nos fuimos a visitar algunos lugares que habíamos dejado en el tintero esa misma mañana.

Muy cerca de la estación está Metelkova, un barrio underground y alternativo que se está poniendo muy de moda entre locales y turistas. Una zona con carácter cultural, artístico y peculiar, que nos sorprendió porque no nos lo esperábamos de una ciudad como Liubliana.


Metelkova se ha convertido en los últimos años en un lugar donde expresar el arte y la creatividad. Donde los ciudadanos se han apropiado de un complejo de edificios que formaban parte de un antiguo cuartel militar para hacerlo suyo, y donde aparecen repartidos graffitis, pintadas y esculturas siniestras entre galerías de arte, bares, discotecas y salas de conciertos.



Por el día es un lugar tranquilo. Que no te asuste ver a gente fumando maría, esto es un barrio hippie y alternativo. Mientras tanto, cuando el sol se esconde, el barrio se anima mucho más y los lugares se llenan de gente hasta altas horas de la noche.


Como podréis observar el tiempo nos traicionó y comenzó a diluviar de una manera que parecía que fuera a acabarse el mundo. ¡Qué barbaridad! Aunque no me extraña, viendo lo verde que es el país, aquí están acostumbrados a que llueva día sí y día también jajaja. Bueno, por suerte este tipo de lluvias son rápidas y al rato la nube que ha soltado todo el agua se va. 

Cada vez quedaba menos para irnos, pero antes quisimos subir hasta el que fue en su momento el edificio más alto de los Balcanes, para contemplar las vistas de la ciudad. Se trata del Neboticnik, un edificio de 1933 con 70 metros de altura, que fue el primer rascacielos de Eslovenia y,  en su día, de los más altos de Europa. 
El edificio, hoy en día, no se considera demasiado alto. Comparando con ciudades como Nueva York, Tokyo, Hong Kong o Singapur, este "rascacielos" puede ser un poco de risa. Eso sí, bien creemos que merece una visita porque forma parte de la historia del país y, porque desde su cafertería (en la última planta) hay una gran panorámica del casco antiguo.


Las vistas desde la terraza de la cafetería son impresionantes. Si os hace buen tiempo y la cartera os lo permite podéis quedaros a tomar algo con esta postal de fondo. El día que fuimos nosotros se nubló bastante, aún así nos encantó subir al edificio. Bien es seguro que volveremos e iremos a contemplar el atardecer desde aquí jajaja

La noche llegó y con ella el autobús partió desde la estación principal. Nuestro viaje express había llegado a su fin. 
Esta escapadita a Eslovenia nos abrió las puertas a un país sorprendente y atractivo que es una incógnita para muchos viajeros. Y tenemos muy claro que regresaremos para más días y, así descubrir más lugares del país, como son las famosas cuevas Skocjan ó el castillo de Postojna. Además de conocer pueblos de la costa.

¡Nos vemos pronto Eslovenia!