Metropolitan Museum, Guggenheim Museum, Ellen's stardust diner, Vuelo a Toronto
Hoy es nuestro último día en Nueva York, qué pena nos da. Esta ciudad tiene sus más y sus menos, pero me llevo una gran experiencia que hacía tiempo tenía ganas de vivir.
Vinimos a Estados Unidos con la idea de hacer una excursión fuera de Nueva York y, se nos presentó la oportunidad, a la hora de reservar los vuelos, de hacer una escala en Toronto. Cuando me di cuenta de que podía volver por Canadá busqué cómo pasar allí el máximo tiempo posible.
Finalmente encontramos una combinación que hacía que nuestra escala fuera de más de veinte horas. Y diréis: ¡Qué barbaridad de horas!...Estos se aburrirían en el aeropuerto. Pues no jaja, hicimos un stopover (salimos del aeropuerto para disfrutar de las horas que pasaríamos en Canadá)
Pero todo eso os lo cuento en el siguiente post...
Nuestra mañana comenzó un poco nublada, la verdad que tampoco nos importó demasiado ya que nos íbamos ese mismo día. En este viaje habíamos descubierto un montón de lugares increíbles y nos habíamos dejado la zona de los museos de la quinta avenida para el día de hoy. Hay varios museos, pero los más conocidos son el Metropolitan y el Guggenheim y, estos fueron los que decidimos visitar.
Para llegar hasta allí toma cualquiera de las líneas verdes 4, 5 o 6 hasta la parada 86 Street. A 5 minutos andando está Central Park. Yendo dirección sur verás el MET y yendo dirección norte el museo Guggenheim.
El Metropolitan, al igual que el Museo de Historia Natural, tiene entrada sugerida de 25$ y, como bien dice su nombre, no es obligatoria. En ambos museos pagas lo que consideres. Siempre que adquieras las entradas acudiendo a las taquillas.
La venta de entradas online y las máquinas automáticas de tickets no permiten la entrada sugerida.
Así que aprovecha esta oportunidad y ve pronto al museo, cuando no haya mucha cola. Compra las entradas y a la hora de pagar, cuando te digan el precio, aunque te digan 25$ por cabeza, gentilmente dales lo que consideres.
Nosotros hicimos eso. No pagamos los 25$ porque nos parecía demasiado para el poco tiempo que podíamos dedicarle a la visita, máximo una hora. Pero tampoco está bien entrar de gratis jaja
Hay innumerables obras de arte en este museo. Es enorme y necesitaríamos varios días para verlo entero. Es por eso que antes de entrar nos hicimos con un mapa de las diferentes plantas y un amable empleado del museo nos marcó las obras más relevantes.
Desde el gran hall tomamos el ala de la derecha para conocer las salas del Antiguo Egipto, seguimos hacia el ala americana y continuamos por la época medieval y la escultura europea.
Al subir a la planta superior lo que más ilusión nos hacía era ver los cuadros europeos de los siglos XIX y XX. Pinturas de Picasso, Van Gogh, Courbet, Monet, Gaugin, Degas y muchos otros.
Después de empaparnos del arte impresionista quisimos llegar hasta la quinta planta. La gente no suele saberlo pero aquí hay una terraza con unas vistas alucinantes de Central Park y los edificios que dan al parque. Sin duda no te la puedes perder si visitas este museo.
La venta de entradas online y las máquinas automáticas de tickets no permiten la entrada sugerida.
Así que aprovecha esta oportunidad y ve pronto al museo, cuando no haya mucha cola. Compra las entradas y a la hora de pagar, cuando te digan el precio, aunque te digan 25$ por cabeza, gentilmente dales lo que consideres.
Nosotros hicimos eso. No pagamos los 25$ porque nos parecía demasiado para el poco tiempo que podíamos dedicarle a la visita, máximo una hora. Pero tampoco está bien entrar de gratis jaja
Desde el gran hall tomamos el ala de la derecha para conocer las salas del Antiguo Egipto, seguimos hacia el ala americana y continuamos por la época medieval y la escultura europea.
Después de empaparnos del arte impresionista quisimos llegar hasta la quinta planta. La gente no suele saberlo pero aquí hay una terraza con unas vistas alucinantes de Central Park y los edificios que dan al parque. Sin duda no te la puedes perder si visitas este museo.
Una vez habiendo respirado aire fresco desde la terraza, salimos del Metropolitan y nos encaminamos hacía el museo Guggenheim. Quizás las obras de este museo no sean del agrado de muchos, puesto que la mayoría es arte abstracto. Yo fui con la idea de ver el edificio. Este museo es obra de Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos más conocidos del siglo XX. El edificio está pensado para el visitante y es que el arquitecto ya pensó en los recorridos que debía seguir el público. Al adquirir tu ticket en la entrada asciendes en ascensor hasta lo más alto del museo y, las obras se van viendo a la vez que vas descendiendo una rampa. La visita finaliza cuando la rampa te deja de nuevo en la entrada.
Los precios para entrar son un poco elevados. Aquí no hay opción de entrada sugerida. Así que lo que hice fue entrar al hall del edificio, contemplarlo y guardármelo para otra ocasión. Espero poder volver a Nueva York y visitarlo como es debido jaja.
Adultos: 25$
Estudiantes y Mayores de 65 años: 18$
Menores de 12 años: Gratis
Al haber comprado el bonometro semanal el día cero de nuestro viaje, ya no nos quedaban viajes. Para ir hasta los museos compramos billetes simples. Y como se acercaba la hora de comer tras ver los museos, decidimos coger nuestro primer y único taxi amarillo hasta el centro. Es algo que también recomiendo hacer, porque aunque parezca una tontería, ¿quién no ha soñado alguna vez en tomar un taxi neoyorquino alzando el brazo como hacen en las películas jaja?
Al final el trayecto no nos salió tan caro, nos costó incluso menos que si hubiésemos tomado el metro. Piensa que si sois varios en el taxi siempre te saldrá mejor (para trayectos cortos)
Pedimos que nos dejara en Broadway con la 51 St, en esta calle está el restaurante del que ya os hablé hace días. El Ellen's Stardust Diner es una cafetería ambientada en los años cincuenta, donde sus camareros cantan canciones de musicales mientras hacen las comandas.
Fuimos el día del Top of the Rock para cenar, pero la cola para entrar era interminable. Lo dejamos para un día ir a comer, que no hay tanta gente. Y ese día es hoy, el último, para irnos con buen sabor de boca de esta ciudad.
Al llegar vimos algo de cola, pero mucho menos que por la noche. En unos minutos entramos, nos dieron mesa y una carta con gran variedad de comida americana.
Todo parece exquisito, pero también algo caro. La razón es que este restaurante es muy turístico y solamente hay uno en todo Nueva York.
Pedimos para los tres unos nachos con queso y guacamole, fingers de queso, hamburguesa con patatas, bebidas y de postre una cheesecake. El precio incluyendo la propina (obligatoria) fue de casi 70€. ¡Un dineral! Sí, mucho costó para tan poca comida. Pero hay que tener en cuenta varias cosas: las raciones son grandes y no nos quedamos con hambre, la propina en Estados Unidos está entre el 15-20% y es obligatoria y, por último, el espectáculo del que disfrutamos durante la comida. Ya que escuchamos, mientras engullíamos, un repertorio de canciones perfectamente interpretadas por los camareros. El encargado incluso comentó que muchos de ellos forman parte del elenco de algunos musicales de Broadway y, que con las propinas dan clases de canto para mejorar en la profesión.
A pesar de lo caro que pueda ser, bien merece la pena vivir la experiencia de comer en este restaurante-musical.
Salimos del local con menos dinero en el bolsillo pero bastante satisfechos con el espectáculo y la comida.
Se iba acercando la tarde y la hora de ir al aeropuerto. Antes volvimos al apartamento a recoger nuestras maletas, que habíamos dejado preparadas por la mañana.
El vuelo hasta Toronto salía desde LaGuardia, el aeropuerto más cercano a Nueva York. Si quieres saber cómo ir desde los aeropuertos hasta el centro de la ciudad, te lo contamos en el día 0 del viaje.
Teníamos la posibilidad de ir en transporte público, combinando metros y buses, tomar un taxi o un uber. Finalmente elegimos la última opción. Nunca habíamos utilizado Uber pero nuestro anfitrión en el apartamento nos la recomendó. El precio es fijo, independientemente del tiempo que tardes en llegar. Cosa que nos encantó, ya que había mucho tráfico a la hora que salimos hacia el aeropuerto y pillamos algún que otro atasco. Además es más barato que un taxi o un servicio transfer.
En la aplicación te piden tu ubicación y el destino elegido. Te dan un presupuesto dependiendo de lo grande que quieras el vehículo y al escogerlo te enviarán al conductor Uber más próximo.
El precio a los aeropuertos suele ser entorno a 30-40€, nada mal si sois un grupo de personas.
Tardamos unos 40 minutos en llegar al aeropuerto, era horario de salida laboral por lo que tuvimos algunos atascos, aún así el viaje fue estupendo. Observamos desde la autopista toda la silueta de Manhattan, también pasamos por la zona de Williamsburg y Queens de camino, donde pudimos ver familias judías paseando y niños jugando en el parque.
Una vez en el aeropuerto hicimos el check-in y nos fuimos a la terminal desde la que salían los vuelos a Canadá.
Nuestro vuelo salió con algo de retraso pero finalmente pusimos rumbo hacia un nuevo país. La experiencia os la contaré en el próximo post